El rio Duero en los primeros metros de su nacimiento a los pies de monte Urbión, un lugar libre de incendios
Al margen de que hay peores y
mejores años en la incidencia de incendios, dejar al albur de la naturaleza
caprichosa esta espinosa cuestión suena medieval o prehistórico si me apuráis.
La primera
premisa debería de ser ¿Cuáles de nuestros montes genera beneficios?
¿Qué tipo de beneficios generan?
Económicos, ambientales cuantificables, ambientales no cuantificables.
Bosque de Covaleda en tierra de pinares en Soria, donde el pino silvestre es autóctono
Los bosques y zonas de monte que
son económicamente rentables deberán seguir como hasta ahora, su gestión ha
debido ser la correcta y solo será necesario optimizarla, los costes derivados
de su protección deberían salir de sus excedentes primarios y secundarios, sin
aportaciones de dinero público, la protección contra el fuego debería pagarse
íntegramente con sus medios y sería interesante que fueran sus dueños los que
se encargasen de su gestión.
Pero por desgracia España no es
un país maderero, su climatología y su orografía que nos proporciona otras
ventajas, como una agricultura mediterránea verdaderamente rentable y una
variedad de ecosistemas verderamente atractiva de cara al turismo.
En los inventarios forestales del
Ministerio de Agricultura, nunca quedó claro que bosques eran realmente
rentables económicamente y cuales no, vamos a suponer que solo los bosques de
las serranías de Soria, el límite de Soria con Burgos y algunas zonas de Segovia entran en este apartado, si no nos
fijamos exclusivamente en riqueza maderera, otro tipo de bosque o dehesa sería
los encinares de Castilla La
Mancha con sus enormes fincas cinegéticas, pero allí el
rendimiento esta claro su gestión y propiedad en manos privadas y la incidencia
de incendios absolutamente desconocida, otro tipo de aprovechamiento son las
masas de pinos piñoneros de Valladolid, Segovia y Huelva y los abandonados de
momento pinos resineros de las dos primeras, explotados hasta hace 30 años para
la obtención de colofonias y aguarrás y en cualquier momento disponibles cuando
los precios del petróleo suban lo suficiente como es fácilmente previsible.
Parque Nacional de Cabañeros, la dehesa y los ciervos
Hechas estas salvedades supongo
con algún ejemplo mas en el Pirineo con el pino negro y los alcornocales de Gerona
y Huelva, y los eucaliptos de la zona cantábrica, el resto de los beneficios
que se le suponen al resto de los bosques y zonas de monte son meramente
ambientales, paisajísticos y emocionales, algunos de ellos fácilmente cuantificables
y evaluables, como atracción turística para; montañeros, senderistas,
esquiadores, campistas, acampadas de verano para jóvenes y familias,
aficionados a la ornitología, la berrea de ciervos, los cerezos en flor en
primavera, los parques forestales de tirolinas, los deportes de aventura, la
búsqueda de setas y un sin fin de actividades ya totalmente implantadas en este
sociedad y en creciente auge, cuyo indicador será la implantación de empresas
de servicios y de ocio tanto activo como no, en cuanto a otras actividades
complementarias tradicionales de los bosques y montes como son la caza y la
pesca también son fácilmente evaluable su incidencia en la economía del medio
rural.
Prácticamente todos los bosques y
zonas de monte encuadrados en este apartado forman de la
Red Natura 2000, y gozan de diferente tipos
de protección, o están en parques naturales y en reservas, o están clasificados
como ZEPAS o LIC.
Puesto de caza en la sierras de Cardeña y Montoro Sierra Morena Cordoba
El hecho de que muchas
urbanizaciones segunda residencia hayan decidido instalarse en las proximidades
de estos espacios privilegiados o en algunos casos dentro de ellos ha sido
fuente conflictividad ya que muchos de los que hemos descrito están declaradas
como zonas de protección en base a esos valores.
La creciente masificación es su
mayor peligro, pero en gran medida disponen de instrumentos de planeamiento
para mitigar esos impactos.
Pero no todos los bosques y zonas
de monte sin valor forestal reúnen las características necesarias para hacer
atractiva la práctica de deportes de aventura de cualquier naturaleza ni poseen
la capacidad de proveer la caza y pesca deportiva, y no por eso están
condenados a su desaparición, aunque si a un riesgo creciente en un plazo medio.
Son los bosques y montes con
valores ambientales no cuantificables económicamente, los que necesitarían un
plan dinamizador de bajo coste o nulo coste.
Son estos bosques los que corren
el peligro de incendios provocados, fragmentación de su territorio y en
convertirse en depositarios de residuos, basuras y en definitiva abandono y
degradación.
Y el caso es que habría que
recordar que estos ecosistemas contribuyen fundamentalmente a la protector del
suelo, la fijación del CO2 atmosférico, el equilibrio hídrico, el mantenimiento
de la biodiversidad aunque en este caso no es deseable que todo fuera bosque maduro
desarrollado sino que estuviera acompañado de una mayor diversidad serial, con
zonas de matorral, incluidas terrenos agrícolas abandonados por su baja
productividad y roqueros,
Existe una sobrevaloración del
bosque desarrollado maduro basados en el
valor económico de la madera extraíble del mismo, que se ha trasladado en
muchos casos al campo del ecologismo, valorándose como mas valioso
ambientalmente un bosque desarrollado que un matorral o pastizal, o una zona de
roqueros, cuando existen multitud de ejemplos de mayor diversidad en estos
últimos y muchas veces mayor singularidad.
En definitiva este tipo de
bosques y monte se debería gestionar con parámetros sencillos pero
estrictamente ecológicos, aplicando la economía de medios y la imaginación, dejar
la regeneración y evolución a la naturaleza que lo hace gratis e incidir solo
en lo que puede afectar a las poblaciones cercanas, así como las necesidades
que vayan surgiendo a lo largo de tiempo, que pueden darnos sorpresas ya que
los gustos e intereses suelen llevar una gran dinámica social a veces
impredecible.
Dedicar los esfuerzos a la
investigación de campo dando vía libre a que la Universidad y otras
Instituciones científicas, se involucren e investiguen.
Procurar que las mínimas obras
que haya que realizar se hagan aplicando el intercambio en especies; las
hacenderas y los campos de trabajo son una herramienta social y educativa muy
poco desarrolladas en este país y muy interesantes cuando empezamos a movernos
en el campo de la microeconomía ecológica.
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